La Santísima Virgen es Reina
Juan GustavoRuiz Ruiz
28 abril 2008
Fuente: Encuentra.com
La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se
fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser
Corredentora del género humano.

Ella nació Reina porque fue predestinada ab æternum para que lo fuera. Y fue
predestinada para ser Reina porque fue elegida para la singularísima y
trascendental misión de ser la Madre de Cristo Rey y Mediadora universal de
todas las gracias.
¿Qué es una reina?
El término reina (rey) deriva del verbo latino regere, que
significa ordenar las cosas a su propio fin. Por tanto, el rey (reina) tiene el
oficio de regir o gobernar a la sociedad a su cargo para que ésta alcance su
fin, con un verdadero primado de poder y excelencia (cfr. Santo Tomás de
Aquino, De regimini principium, I,1)
El significado de la palabra rey (reina) tiene múltiples
acepciones. Así, por ejemplo:
a) Se puede ser reina de tres formas: la que es reina en sí
misma, la que es esposa del rey, y la que es madre del rey. En este caso, María
es reina por los dos últimos títulos: por su relación con Dios y con Cristo.
b) También cabe considerar el reinado en diversos grados: El
Rey Supremo del Universo, el rey que domina sobre otros reyes (Rey de reyes), y
el rey de un reino determinado. En el primer sentido lo es Dios, en el segundo
Cristo y, en el tercero, cualquiera que lo reciba por derecho de herencia,
conquista o elección. Según estas consideraciones, María es Reina de reinas y
también —en cierto modo— es reina por derecho de conquista.
c) Por último, también puede entenderse el término reina
(rey) en sentido metafórico. Así, se da éste título a aquél o aquello que
excede de un modo singular a sus semejantes. Por ejemplo, se dice rey al león,
a un deportista, a la rosa reina de las flores, etc. En este sentido la Virgen
María es Reina por su plenitud de gracia y la excelencia de sus virtudes. En
las letanías del Rosario la llamamos: Reina de los Santos, de los Ángeles, de
los Mártires, de las Vírgenes, de los Confesores, etc.
La realeza de Cristo y de María
Entre Cristo y María hay un perfecto paralelismo que es la
razón fundamental de su realeza. Por este motivo la Virgen María es Reina: por
su íntima relación con la realeza de Cristo, pues éste lo es por derecho propio
y aquella lo es por razón de cierta analogía.

De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan
esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas;
de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los
tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo
tiene ori gen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y
con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis, 29-06-1943).
Fundamento teológico de la realeza de la Virgen María
La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se
fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser
Corredentora del género humano.
a) Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal,
pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial y la une
a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio.
En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen
concebirá: «Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el
trono de David su padre y en la casa de Jacob reinará eternamente y su reinado
no tendrá fin» (Lc. 1, 32-33). Y a María se le llama «Madre del Señor» (Lc. 1, 43);
de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo
que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan
Damasceno: «Verdaderamente fue Señora de todas las criaturas cuando fue Madre
del Creador" (cit. en la Enc. Ad cœli Reginam, de Pío XII, 11-10-1954).
b) Por ser Corredentora del género humano: La Virgen María,
por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísima en la obra de nuestra
Redención. Por ello, puede afirmarse que el género humano sujeto a la muerte
por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen
(María). En consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al
precio de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa
junto a la Cruz.
La Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por razón
de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación.
Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino
tam bién nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es
Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino tam bién, como nueva Eva, porque fue
asociada al nuevo Adán" (cfr. Pío XII, Enc, Ad cœli Reginam).
NATURALEZA DEL REINO DE MARÍA
El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta
coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno,
sino más bien un reino eterno y universal: ?"Reino de verdad y de vida, de
santidad, de gracia, de amor y de paz" (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo
Rey).
a) Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá
fin (Lc. 1, 33) y, es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a
los abismos (Fil. 2, 10-11).
b) Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al
mundo, para dar testimonio de la verdad (Jn. 18, 37) y para dar la vida
sobrenatural a los hombres.
c) Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena
de gracia, nos alcanza las gracias de su Hijo para que seamos santos (Jn. 1,
12-14); y de justicia porque premia las buenas obras de todos (Rom. 2, 5-6).
d) Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama
con corazón maternal como hijos suyos y hermanos de su Hijo (1 Cor. 13,8).
e) Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz
con que se llenan los corazones que reciben las gracias de Dios (Is. 9, 6).
Santa María como Reina y Madre del Rey es coronada en sus
imágenes —según costumbre de la Iglesia— para simbolizar por este modo el
dominio y poder que tiene sobre todos los súbditos de su reino.
La oración Colecta de la Memoria de Santa María Reina dice:
«Oh Dios, que nos han dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito;
concédenos, por su intercesión, el poder llegar a participar en el Reino
celestial de la gloria reserva da a tus hijos».
«La Virgen Inmaculada … asunta en cuerpo y alma a la Gloria
celestial fue ensalzada por el Señor como Reina univer sal, con el fin de que
se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del
pecado y de la muer te. (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium,
n.59).
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