jueves, 1 de septiembre de 2016

Nuestra Señora en el metro de medellín

Estación TC-3 El Poblado
Nuestra Señora de La Candelaria de La Popa

Este cuadro de Nuestra señora de la Candelaria de La Popa preside la entrada norte de la estación El Pblado en el barrio El Poblado de Medellín


El autor es Eduardo Toro, copia de una obra de Enrique Grau



Nuestra Señora de la Candelaria,
patrona de Cartagena de Indias
y de la región caribe,
entre historias y leyendas


La Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria es una de las advocaciones más antiguas de la Virgen María. Su fiesta litúrgica se celebra en toda la Iglesia Católica el 2 de febrero y en la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia), y el 15 de agosto en las Islas Canarias (España). La imagen es venerada en el archipiélago Canarias, especialmente en la isla de Tenerife (lugar de su aparición), donde es conocida popularmente como la Morenita, es la Patrona de Canarias siendo una de las siete patronas de las comunidades autónomas de España.

Igualmente la Virgen de la Candelaria es la patrona de varias ciudades del Nuevo Mundo como: Medellín y Cartagena de Indias (Colombia), entre otras.

La iconografía de la Virgen de Candelaria se basa en el episodio bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (San Lucas 2,22-40). La virgen sostiene la candela o vela de la que toma nombre y el Niño Jesús, por su parte, sostiene en sus manos un pajarito.

Según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. Como era costumbre, la Virgen María, se sometió a la vez al rito de la purificación (Cf. Lev. 12, 6-8). (Wikipedia)

Historia de la Virgen de la Candelaria 
en el cerro de La Popa en Cartagena de Indias




Cuenta la historia que en 1608 vivía en el monasterio de la Candelaria (convento agustino recoleto de estilo Colonial fundado en 1604 por el padre Mateo Delgado en honor a nuestra Señora de la Luz de la Candelaria), ubicado en la zona del desierto del mismo nombre cerca de la localidad de Ráquida, un monje agustino llamado fray Alonso de la Cruz Paredes.

Mientras estaba en oración se le apareció la Santísima Virgen en la advocación de María Inmaculada con arcángeles y serafines y asentando sus pies sobre un trono de nubes de armoniosos colores.

La Santísima Virgen le dijo que debía construirle una Iglesia en Cartagena de Indias. La Iglesia debería estar localizada en la montaña más alta que viera al llegar a la gran bahía de Cartagena. El monje de rodillas murmuró: «Mater Gloriosa et Benedicta».

Consultó lo sucedido con el venerable Mateo y con Vicente Mallol; y contando con su aprobación, partió de la Candelaria (el desierto  Ráquira) con los compañeros que le fueron asignados para la fundación del convento solicitado,


Monasterio de la Candelaria


El desierto de la Candelaria

Fray Alonso emprendió un viaje muy largo, peligroso, y pobre y llegó a dicha ciudad descubriendo que el sitio más alto era el cerro de La Popa de La Galera llamado así porque parece un barco.

Además ofrece un despeñadero o precipicio por el lado que mira a la ciudad y al mar Caribe.






Exactamente allí en esa colina se adoraba al diablo en unas chozas y se hacían grandes y ruidosas reuniones de indígenas y mestizos. Según Jaime Humberto Borja en su obras. Rostros y rastros del demonio en la Nueva Granada. Editorial Ariel, Santa Fé Bogotá.1998. También se reunían allí individuos de raza negra, esclavos escapados de sus amos.

La Popa era todavía un lugar salvaje cubierto por espesa selva que servía de refugio a muchas especies de reptiles, algunos de ellos terriblemente venenosos. Esto hacía que los habitantes de Cartagena mirarán el lugar como algo terrorífico e impenetrable, pero lo que más terror les infundía era la presencia allí del demonio.

Las autoridades Españolas muy preocupadas por sacar el oro a los indios se habían olvidado de esta impiedad e idolatría que lesionaba a la Santa Madre Iglesia.

El diablo allí se hacía llamar Buziraco y venía de visita a las frenéticas fiestas que se celebraban en su honor. En dichas ocasiones se encarnaba en un macho cabrío llamado Urí al cual se le rendían grandes honores.

Existía un gran templo o bohío, que era totalmente cerrado sin ventanas para que no entrara luz y se hiciera oscuridad como le gusta al demonio.

Había una gran tinaja de agua donde sumergían las joyas de oro para que el diablo las bendijera.

Sobra decir que había muchos tambores y danzas extenuantes. Se utilizaba mucho tabaco, licores y sustancias propias de fiestas impías. Según Víctor Manuel Patiño en Historia de la cultura material en la América equinoccial (Tomo 7) Capítulo Vida erótica y costumbres higiénicas, citando al padre Antonio de la Calancha (1584-1654) en su Crónica moralizada del orden de San Agustín en el Perú:

«Se dijo de los indígenas de Cartagena adoradores del demonio Buziraco, con asiento en el cerro de La Popa, le daban ósculos en el lugar asqueroso debajo de la cola y luego lo limpiaban con tabaco».

Fray Pedro Simón afirmaba que: «Cuando se conocieron mejor las costumbres de los indígenas del continente, se pudo apreciar que uno de los objetivos principales de la absorción del tabaco, era adivinar los acontecimientos futuros. Asociado a la conseja del demonio Buziraco de Cartagena estaba el tabaco» (Ibid., V, 65-66) Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales. Bogotá : Biblioteca Banco Popular, 1981. Fuentes: Patiño, Víctor Manuel: Plantas cultivadas y animales domésticos en América equinoccial. Tomo III: Fibras, medicinas, misceláneas.

Fray Alonso fue recibido por el obispo de Cartagena don Juan de Ladrada. El obispo ayudó a organizar un grupo de valientes españoles armados.

Estos hombres irrumpieron en la mitad de la orgía y Fray Alonso con el valor que Dios le prestaba arrojó al Cabrón Urí por el despeñadero rompiéndole los huesos en la caída, por el lugar hoy conocido como el Salto del Cabrón.


Salto del Cabrón

Alonso procuró tomar posesión del lugar para comenzar inmediatamente la construcción del convento. Allí Alonso fabricó una humildísima choza con las ramas de los árboles y continuó con sus compañeros la vida eremítica y reformada, entregado a los ayunos y a las penitencias.

Cuenta la leyenda, que era un día radiante, tranquilo y descongestionado de comienzos del año 1607 cuando el sacerdote español Alfonso García Pared recorría las calles del sector amurallado en busca de una imagen similar a la Virgen de la Candelaria, para ubicarla en el templo construido por la Orden Agustiniana, en el Cerro de la Popa donde tenía su convento. No había recorrido mucho cuando en la calle de las Damas, una señora asomada desde lo alto de un balcón, le preguntó:

—¿Qué busca, padre? —mientras en sus ojos permanecía una mirada tierna.

—Estoy buscando una imagen de la Virgen de la Candelaria, —respondió el sacerdote.

—Venga en tres días y la tendrá, si no estoy empuje la puerta, le dijo la mujer y desapareció.

En efecto el padre agustino volvió, llamó pero nadie contestó, entonces, empujó la puerta y ésta se abrió, pero encontró la casa completamente vacía, sólo en un rincón como iluminada por el cielo estaba la imagen, hermosa e imponente de la Virgen de la Candelaria, que luego fue llevada hasta el convento en el Cerro de la Popa, donde cada año miles de cartageneros desfilan de día y de noche para venerar la virgen de la patrona de esta ciudad.



Para 1612 el convento ya estaba a punto de acabarse y en él se habían invertido 15.000 ducados, suma bastante respetable en esos tiempos. La construcción tardó unos seis o siete años en terminarse.

Desde sus comienzos La Popa ha sido blanco de todas las miradas, incluyendo la de los piratas, quienes la consideraban como un castillo fortificado que había que tomarse de alguna manera. En 1585 el famoso pirata inglés, Juan Drake, asaltó a la Ciudad Heroica con una flota de veintitrés navíos y una fuerza de 2.500 hombres. Los ataques continuaron, esta vez afectando al convento de la Popa.

De los nueve años que duró la época de la independencia, 1816 fue la más desastrosa, tanto para la Popa como para Cartagena en general.
Hambre, penuria económica, destrucción fue lo que quedó después del sangriento sitio de Cartagena. Aunque los recoletos querían volver a su convento, poco o nada podían hacer; la restauración era costosa y no había dinero en la ciudad.

En 1864 la iglesia de la Popa quedó bajo la autoridad de la curia eclesiástica de Cartagena, mientras el convento siguió siendo de propiedad de la Nación. Permaneció arruinado hasta 1880, cuando el doctor Rafael Núñez, presidente de la República, ordenó reconstruirlo y destinarlo para cuartel de aclimatación de la guardia colombiana, recibiendo el título de Viejo Hospital Militar.

El 4 de marzo de 1961, el Gobierno departamental de Bolívar hizo oficial de las ruinas a los agustinos recoletos, quienes emprendieron la reconstrucción el 12 de junio del mismo año.



Los cartageneros subían cada año en febrero a homenajear a su Virgen Morena, esto no impidió que los recoletos empezaran una gran campaña para llevar peregrinos a la Popa, especialmente con motivo de las fiestas patronales de esa manera el pueblo cartagenero volvía a ver frailes recoletos allí y, sobre todo, se daba cuenta de que las obras de reconstrucción iban en serio, motivándose así para colaborar con sus limosnas.

En la época colonial, se celebraba las fiesta de la Virgen, así: se construía un gran salón especial para que cada día en ella bailaran según origen racial o clasista, primero los blancos puros, o de Castilla, segundo los pardos, tercero los negros libres y así sucesivamente, hasta que concluía con la gran fiesta el día de la Virgen y el domingo siguiente, se iniciaban los carnavales.

Pero la gente pobre, libres, esclavos, pardos, negros, indios, carboneros, pescadores y demás no bailaban en los salones, sino al aire libre al son de frenéticos tambores. Hombres y mujeres parados bailaban en círculo como en la cumbia actual. El parejo entregaba a la dama dos o tres velas de sebo encendidas, amarradas con el pañuelo rabuegallo y solo se arrojaba cuando ardía el pañuelo y amenazaba con quemar el vestido. (Universia T. V.)

Precisamente fue durante las fiestas patronales de 1965 cuando el entonces alcalde de Cartagena, doctor Juan Pupo Mora, declaró a la Virgen de la Popa Protectora de la ciudad y de sus contornos, ante una multitud fervorosa congregada en la avenida Pedro de Heredia.



Finalmente, el 6 de julio de 1986, al cumplirse 25 años del regreso de los recoletos a La Popa, el Papa Juan Pablo II, durante su visita a Cartagena, coronó solemnemente la actual imagen de la Virgen de la Candelaria, ante una multitud como las que suele congregar él, reunida en le explanada de Chambacú.


La estación El Poblado

Un tren que sale hacia el sur
y uno que llega del sur


Esta estación, la de Industriales, al norte, y las de Aguacatala y Ayúra al sur no tienen salida de los usuarios hacia el sur, a pesar de que están en una zonas industriales y educativas a ambos lados del río Porce. Al sur de esta estación hay posibilidad de intercambio de línea por lo que cuando se han presentado fallas en el servicio en el sur los trenes llegan del norte hasta esta estación lo que hace que la estación se colme de gente produciendo unas aglomeraciones enormes. Pronto se presentarán diseños para resolver esto problema.

Salida hacia el occidente


Costado occidental de la estación


Costado oriental


Equipo para subir y bajar
a los discapacitados

Laus Deo Virginique Matri

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