domingo, 14 de agosto de 2011

La Virgen del Carmen

P. Hernando Uribe Carvajal, OCD.
Tomado de El Colombiano (10-07-16)

En un papiro antiguo apareció esta carta: “Te comunico, madre, que estoy desnudo. No sabes cuánto he sufrido desde que me alejé de ti. Te conjuro a que te reconcilies conmigo. Sin ti no puedo vivir. Te amo.”

El vestido está relacionado con la desnudez. Como el alimento y el techo, el vestido es condición primordial de la existencia humana. Saberse vestir es un arte. Hasta un andrajo se puede llevar con elegancia. Hay gente que tiene el divino arte de elegir el vestido, de saberse vestir.

Los creyentes honran a la Virgen del Carmen llevando su escapulario, el vestido que ella les dio para llevar sobre pecho y espalda. El vestido es parte del que lo lleva. La Virgen del Carmen escogió este vestido para sus hijos. El vestido es ella. De ella se viste el que se lo pone.

El vestido cubre la desnudez, la del cuerpo y la del alma. A María le interesan ambas por igual. Le encanta ver bien vestidos a sus hijos, sus amigos. El escapulario es la memoria de su amor, de su amistad.  
Hay vestidos divinos. Dan a quien los lleva un porte señorial, un aire de otro mundo. San Pablo decía a sus amigos: «Revístanse de nuestro Señor Jesucristo» (Rom 13, 14). Dios es el vestido perfecto, el vestido que el hombre necesita para ser igual a sí mismo. Cubre toda desnudez. Quien se viste de Dios se vuelve divino.

San Juan de la Cruz canta:

«Y yéndolos mirando
»con sola su figura 
»vestidos los dejó de hermosura...
»El Verbo no sólo hermoseó las criaturas en parte, más aún, las dejó vestidas de hermosura y dignidad».

Él mismo es la hermosura y dignidad con que se visten.
Vestido es ropaje, símbolo de lo que lleva por dentro el que se lo pone. Indica sus buenos o malos sentimientos. La Virgen del Carmen nos dejó el escapulario como invitación a cultivar los buenos sentimientos y a evitar los malos.

Son malos los sentimientos que hacen daño, como la tristeza, la amargura, la desconfianza, la desilusión, la ira, la envidia, la venganza, la rabia, el odio, la pereza. Ropaje que nunca debemos utilizar porque nos afea, nos quita la salud, nos mata. Santa Teresa es maestra al enseñar: «Nada te turbe, nada te espante».

Precioso, divino el vestido de los buenos sentimientos. La alegría, la confianza, la fortaleza, la paciencia, la acogida, la comprensión, la generosidad, el perdón, y como fundamento de todos, el amor, el ropaje que a todo ser humano le cae bien. El vestido de los hijos de la Virgen del Carmen.

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