Cada vez que Darío Sevillano Álvarez cuenta el relato de Nuestra Señora de Sopetrán, lo cambia
Darío Sevillano Álvarez
Esta es la expresión más común en algunos feligreses de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Sopetrán.
Para sacarles ese mito de encima, estoy escribiendo este relato, que tal vez logre convencerlos de que Nuestra Señora de la Asunción, no es la Virgen de Sopetrán que Francisco Herrera Campuzano, trajo a nuestras tierras.
Si recordamos muy someramente, que Herrera Campuzano, cuando era un niño, era llevado por su madre desde el caserío de Alcalá de henares, hasta el monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán en España, para asistir a la Misa y a los oficios religiosos, debemos tener en mente, que allí aprendió a enamorarse de esta especial advocación de Nuestra Señora.
Y cuando llego a la vida adulta, y se graduó como Jurisconsulto, prometió que esa Virgen lo acompañaría, toda su vida.
Cuando el rey de España lo contrató para que viniera a América y fuera oidor de la Real Audiencia de Bogotá, el trajo consigo, una imagen de esa advocación, pintada al carboncillo, para que le sirviera como compañera de viaje.
Es importante recordar que no se amañó en la ciudad de Bogotá y que pidió autorización al rey de España, para movilizarse hasta la provincia que manejaba don Gaspar de Rodas Carvajal, que comprendía los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda y Quindío, que se conocían como el viejo Caldas.
Herrera Campuzano llegó a esta provincia y lo primero que le pidió al gobernante Rodas, fue la información, sobre poblaciones de aborígenes americanos.
Rodas le indicó que, si subiría al morro de Padre Amaya, justamente por donde pasa el actual túnel y se descolgaría, hasta un río muy caudaloso, el Cauca, en todas sus orillas encontraría comunidades americanas muy bien establecidas.
Fue así como llegó con sus soldados y escribientes, hasta la comunidad de los guamas o guacas, que vivían en la orilla derecha del Cauca, desde Ebéjico hasta Peque
Eran las comunidades de los hevexicos, de San Jerónimo y Ebéjico; los guamas, comunidades asentadas en Sopetrán; y los peques, que se extendían hasta Peque y Sabanalarga.
Pero en la comunidad de los guamas, encontró una joya especial: Estos aborígenes, producían sal por evaporación en unas minas de agua salada que tenían en sus territorios.
Como la sal era un elemento de vital importancia, para el mantenimiento de los ganados que acababan de introducir, como los vacunos, ovinos, porcinos, caballares y mulares, de inmediato pensó en fundar una ciudad española en tierra firme, para asegurar la producción de sal en abundancia, sin el riesgo de tener que viajar, hasta el océano, en el golfo de Urabá, sin los peligros de las fieras y los dardos venenosos de los aborígenes.
La ciudad fue fundada, el 22 de febrero de 1616, con el nombre de la Virgen de sus preferencias, a la cual llamó Viceparroquia de Nuestra Señora del saladito de Córdoba.
De inmediato mandó un emisario a la ciudad de Santa Fe de Antioquia, para que contratara con los pintores, que estaban decorando los templos de esa ciudad, para que le pintaran una imagen, de la Virgen de Sopetrán que había traído como compañera, desde España.
La Virgen que lo acompañaba era esta:
En la parte de encima, dice en idioma latino: «Celebramos la natividad de María» y en la parte de abajo, dice: «Nuestra Señora de Sopetrán».
Observen que por ninguna parte aparece el nombre de Nuestra Señora de la Asunción.
El día 14 de agosto del año 1616, el primer óleo de Nuestra Señora de Sopetrán es trasladado procesionalmente desde la ciudad de Santa Fe de Antioquia, hasta la capilla de Nuestra Señora del Saladito de Córdoba.
El cuadro que le pintaron fue esta preciosa imagen, que hoy cuenta con cuatrocientos dos años:
Esta imagen, reposa en un rincón de San alejo que hay en la parroquia de Córdoba y cuando el señor gobernador de Antioquia, nos mandó una comisión de expertos que querían restaurarla, el señor cura de esa parroquia, no la quiso mostrar.
Recuerden que la restauración puede valer unos quince o veinte millones de pesos.
El primer historiador que habló de esta procesión fue don Miguel Martínez, un ilustre santafereño, pero como a él se le pareció a Nuestra Señora de la Asunción, escribió así:
«En la esplendorosa mañana del día 14 de agosto de 1616, salió de la ciudad de Santa Fe de Antioquia hacia Sopetrán, una muy devota y piadosa procesión, en que era conducida, la imagen bella y milagrosa, de Nuestra Señora del Tránsito; encantador desfile de caballeros de Golilla y de indios que entonaban rezos y portaban luminarias. Fue colocado el cuadro en la humilde capilla y el día 15, se le hizo una solemne misa, se cantó una salve y se hizo procesión».
El historiador, asumió que era la Virgen de la Asunción, porque el traslado y la inauguración del óleo se hicieron el día quince de agosto, fecha en que se celebra la Asunción de Nuestra Señora, llevada por los ángeles al cielo.
Con esta evidencia en la mano, podemos ver claramente, que desde esa fecha, hasta el año de 1978, todos a una creíamos que nuestra Virgen era la Virgen de la Asunción.
Pero recuerden que esa pintura fue concebida por el carboncillo que trajo Herrera Campuzano, para que le pintaran a Nuestra Señora de Sopetrán.
Antes de seguir adelante, quiero mostrarles un óleo de mi autoría, que pinté inspirado en la pintura que le hicieron a Herrera Campuzano, en Santa Fe de Antioquia.
Más tarde cuando ya estábamos establecidos en donde hoy es Sopetrán, la reina Mariana de Austria, que gobernaba a España por encargo, dada la razón de que su hijo, que era el heredero del trono, no tenía la mayoría de edad, nos mandó de regalo, el cuadro que tenemos exhibido en la basílica de Nuestra Señora de la Asunción, que tiene grandes parecidos al óleo que le pintaron a Herrera Campuzano, y lo seguimos venerando, como si fuera Nuestra Señora de la Asunción.
Aunque los historiadores, no dan la fecha exacta, de la llegada de este cuadro a ciudad de Sopetrán, se puede enmarcar entre el 17 de septiembre de 1665, y el 6 de noviembre de 1675, que fueron los años en que doña Mariana gobernó a España.
El cuadro que ella nos donó es este:
Si comparamos esta imagen, con una de Nuestra Señora de la Asunción, hasta las personas menos instruidas, se dan cuenta de inmediato, que son dos advocaciones distintas, claro está, que a la luz del dogma católico, la Virgen es la misma en todas sus advocaciones.
Veamos una Virgen de la Asunción:
Del cuadro que nos donó doña Mariana de Austria, también hice una réplica, pero le suprimí todas las joyas, que los feligreses, le han regalado, por los continuos milagros, que siempre nos ha concedido; y le refresqué, las partes del óleo, que se han perdido, porque esa obra, también tiene unos trescientos cincuenta años.
Pero algunos feligreses han dicho que soy muy atrevido porque cambié el cuadro de la patrona; les aseguro que todos esos cambios, fueron vistos en mi computador, por los tres sacerdotes que tutelan la parroquia y que se quedaron extasiados de ver, cómo las herramientas de la tecnología de punta, nos muestran la verdadera imagen que contiene el óleo.
Veamos ese interesante óleo:
En él, no se ven las estrellas, ni el rosario, ni la corona, ni las demás joyas; aquí aparece el árbol de brevas, en donde Nuestra Señora poso suavemente; está la soldadesca de Alí-Maimón y un grupo de prisioneros; también aparece la fuente redonda, en donde la Virgen bautizó a Alí-Maimón.
No veo por ninguna parte mi pecado que cambió la pintura de la Virgen.
Ahora miremos cómo cambió el relato de nuestra Virgen y por esa razón dejó de ser Nuestra Señora de la Asunción y se convirtió en Nuestra Señora de Sopetrán.
Cuando llevábamos 362 años de no saber la verdadera historia de Nuestra Preciosa Virgen, aparece en Sopetrán, en el año de 1978, un ilustre sacerdote español, llamado Domingo García y García, que viene desde su tierra, para investigar por qué este pueblo se llama Sopetrán.
Lo llevo al templo y le cuento que nuestra Señora es la Virgen de la Asunción, él se queda pensativo, saca una fotografía de la Virgen de Sopetrán y me dice con mucho respeto:
—Ustedes están equivocados, esta no es la Virgen de la Asunción, sino una Virgen española de mucho prestigio, porque allá en mi tierra, la veneran en muchas parroquias.
Luego se toma la molestia de explicarme que significa cada una de las figuras que hay en el cuadro y con estas explicaciones, me montó en la loca, porque varios sopetraneros, andan creyendo que yo les cambié la mamá por un alpargate.
Pero estoy decidido a dar la pelea, porque afortunadamente, tengo la razón y si he hecho cambios en el relato, es porque en las ciencias biológicas y en las sociales, no hay verdades absolutas, sino relativas, a las investigaciones que se van haciendo y como me gusta estar al orden, con la historia de mi patrona, muchas veces voy a cambiar los relatos, aunque a algunos no les guste.
Sopetrán, 15 de julio del 2018.